En un país donde miles de argentinos luchan por mantener un auto usado, la imagen de Wanda mostrando una máquina de casi un millón de dólares, cargada de deudas y envuelta en maniobras empresariales, enciende la indignación popular.

La camioneta que Wanda mostró con tanto orgullo no sólo arrastra una deuda millonaria de patentes, sino que tampoco figura a su nombre. El titular del vehículo es Malek Farah, conocido empresario del mundo tuerca, dueño de Modena Auto Sport y proveedor de autos que sólo un puñado de millonarios en Argentina puede comprar.

Pero eso no es todo: según información exclusiva a la que accedió este portal, la joya automotriz ni siquiera fue pagada por la conductora de Telefe. El vehículo sería un regalo envenenado de SportBet, la polémica casa de apuestas que buscó a Wanda como cara visible de su desembarco mediático. En otras palabras, Wanda presume un lujo que no compró, que no está a su nombre… y que además está marcado por las deudas.

La postal soñada de Instagram se derrumba al ritmo de las cifras rojas. Mientras ella sonríe desde el volante, en los papeles el auto es un verdadero dolor de cabeza. Una camioneta que en lugar de acelerar hacia el éxito parece encaminarse a los tribunales de rentas.

Lujo, escándalo, deudas y favores empresariales: la Lamborghini de Wanda Nara ya no es sólo un auto. Es el símbolo perfecto de un mundo paralelo donde nada es lo que parece… ni siquiera la sonrisa de la diva al volante.

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